Con un nombre que no suena a francés de la vieja escuela como Jean, Pierre o Jacques, y un domicilio en un complicado suburbio de París donde han estallado protestas, Salah Benkadmir está descubriendo lo difícil que puede ser hacer que los posibles empleadores en Francia vean más allá de sus prejuicios.
A pesar de tener un título de bachillerato en comercio y experiencia laboral como vendedor en su currículum, este joven desempleado de 19 años dice que cuando lo envía a las tiendas con ofertas laborales, nadie suele llamarlo.
«Siento como si me hubieran pegado una etiqueta. Es muy desagradable», afirma.
Pero con los Juegos Olímpicos a punto de recalar en París, Benkadmir cree que su suerte podría estar a punto de mejorar. Los organizadores necesitan urgentemente miles de guardas de seguridad para ayudar a mantener a deportistas y espectadores a salvo y reducir la posibilidad de otro ataque extremista letal en la capital francesa.
La demanda de personal para los puestos de control, para escanear boletos y para ayudar a controlar a las multitudes es tan grande que la agencia estatal de empleo ofrece cursos de formación rápidos y gratuitos para guardas de seguridad, sin necesidad de titulación especializada.
El lema «¡Te necesitamos!» y las promesas de abundante trabajo remunerado de julio a septiembre, durante la celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, son un cambio bienvenido para aquellos que buscan empleo y que se sienten excluidos del mercado laboral. Benkadmir espera que la formación y el trabajo en la enorme operación de seguridad olímpica haga que sus aptitudes sean más evidentes después para las empresas en el sector minorista que su mezcla de raíces francesas y norteafricanas y su código postal: 92000, Nanterre.
Nanterre fue el epicentro de los disturbios que se propagaron por toda Francia durante el verano luego de que un agente de policía mató a tiros a un adolescente de 17 años en esta localidad situada justo al oeste de París. El deceso de Nahel Merzouk durante un control de tránsito afectó de lleno a Benkadmir ya que, según contó, algunos de sus hermanos eran amigos de la víctima.
Como otros suburbios de París con una gran población migrante, Nanterre está marcado por la desigualdad, las viviendas estatales y los jóvenes que sienten que las posibilidades están en su contra, en parte porque su piel no es blanca. Benkadmir espera superar esos obstáculos con un puesto en la seguridad olímpica que «demuestre que somos versátiles, que nos implicamos en distintos proyectos, que no nos quedamos en un solo lugar, que realmente queremos triunfar».
Prueba de ello es que, a principios de diciembre, él y otros 30 jóvenes de Nanterre dedicaron una mañana a acudir a una presentación de trabajos olímpicos en París. Benkadmir y sus amigos consiguieron que el padre de uno de ellos los llevara hasta allí. Otros viajaron en transporte público. Reunidos en un semicírculo, escucharon con atención mientras les explicaban que «Los Juegos Olímpicos se acercan y hay una enorme falta de personal».
Solo en la región de París, la agencia estatal de empleo, Pôle Emploi, busca al menos 6.000 personas en los próximos cuatro meses para que tomen un curso de formación gratuito de tres semanas que los capacitará para trabajar como vigilantes de seguridad en los Juegos y en otros eventos públicos como conciertos. Esto además de los 14.000 trabajadores de seguridad que ya han recibido formación.
«Es inusual que haya tanto trabajo a la vez», apuntó Najat Semdani, que está a cargo del programa de contratación. Esto «beneficiará a la gente que se ha quedado un poco en el camino» y aquellos que han sufrido «los accidentes de la vida», incluyendo las personas que abandonaron sus estudios sin un título, jóvenes de barrios desfavorecidos y aquellos que llevan mucho tiempo desempleados.
Tras más de 20 años viviendo en la calle y en alojamientos tutelados, Starsky-Aldo Fandio piensa que un trabajo en el operativo olímpico de seguridad podría ser su boleto para un trabajo más duradero después. Un asesor de Pôle Emploi con una insignia con el lema «¡Estamos aquí por usted!» en su solapa explicó a Fandio, de 45 años, cómo solicitar la formación.
«Después recibirá ofertas de empleo y le preguntarán si está interesado en trabajar para los Juegos Olímpicos«, indició el asesor, Stephane Lange.
La seguridad de los Juegos tendrá una escala sin precedentes en Francia, con decenas de miles de policías y miles de soldados junto a más de 17.000 agentes privados de seguridad, que llegarán a los 22.000 en los días de más actividad.
Bruno Le Ray, director de seguridad del comité organizador, dijo que no puede estimar si se quedarán cortos, y si es así, en cuántos. En una entrevista, describió la operación de seguridad como «colosal». Si no se reclutan suficientes guardas privados, podrían recurrir al ejército para movilizar efectivos adicionales.
Mourad Kassir, que dirige una de las firmas de seguridad privadas contratadas por los organizadores de París 2024, confía en que encontrará los 1.000 efectivos que necesita para alrededor de media docena de sedes olímpicas. Ya tiene más de esos candidatos apuntados a los grupos de WhatsApp que ha preparado.
La formación para los recién llegados incluye cómo cachear a los asistentes y cómo reaccionar si van armados, cómo interactuar con las multitudes, primeros auxilios y qué se puede hacer y qué no, desde el punto de vista legal, apuntó Kassir. Espera que las capas de seguridad sean tan densas que los recintos olímpicos sean prácticamente impenetrables.
«Si alguien con un cuchillo, una pistola, una granada consigue entrar en una sede, bueno, bravo», afirmó.