El tanque de tormentas de Austerlitz, una «catedral» excavada en pleno centro de París, se inaugura este jueves con la misión clave de garantizar el baño en el Sena, tres meses antes de que el río acoja las pruebas olímpicas.
El Sena es una de las estrellas de los Juegos Olímpicos que acogerá París entre el 26 de julio y el 11 de agosto. La ceremonia inaugural tendrá lugar en sus aguas, así como las pruebas de maratón de natación (ex aguas abiertas) y de triatlón.
Para garantizar la calidad del agua del río, cuya contaminación mantuvo alejados durante años a los ciudadanos, las autoridades invirtieron unos 1.400 millones de dólares.
Este jueves a las 07H45 GMT, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (COJO), Tony Estanguet, inauguran una de las infraestructuras clave para ese fin: el depósito de Austerlitz.
Situado cerca de la homónima estación de trenes y el hospital Pitié-Salpêtrière, esta infraestructura de hormigón excavada en el suelo podrá recibir hasta 50.000 m3 de aguas pluviales y residuales en caso de fuertes lluvias.
Este cilindro de 50 metros de diámetro y 30 de profundidad, que costó unos 100 millones de euros (110 millones de dólares) y la vida de un obrero en 2023, tendrá una capacidad de 20 piscinas olímpicas, asegura el Ayuntamiento de París.
«Es la segunda catedral de París», comenta Antoine Guillou, concejal parisino encargado de la limpieza y de la red de aguas residuales, que debe reforzarse con este vertiginoso tanque de pilares de hasta 18 metros bajo el suelo.
Creado por el ingeniero Eugène Belgrand a mediados del siglo XIX, el antiguo alcantarillado de la capital mezcla aguas residuales y pluviales, pero su funcionamiento «depende en gran medida de las condiciones meteorológicas», precisa Guillou.
En caso de fuertes lluvias, 44 aliviaderos vierten este agua contaminada al río Sena para evitar el desbordamiento de las alcantarillas.
El tanque de Austerlitz absorberá ahora este desbordamiento y, a continuación, devolverá estas aguas residuales a la red de alcantarillado para que una estación las depure, reduciendo así el agua no apta vertida al Sena.
«Reducir el impacto»
Aunque este depósito se inscribe en el objetivo de permitir el baño en verano en el Sena a partir de 2025, la prueba de fuego serán los Juegos, máxime cuando un ensayo en 2023 tuvo que anularse por la mala calidad del agua tras fuertes lluvias.
A inicios de marzo, la vigente campeona olímpica en aguas abiertas, la brasileña Ana Marcela Cunha, pidió a los organizadores un «plan B» alternativo al Sena.
Pese a la inversión, el expresidente de la asociación ecologista France Nature Environnement (FNE) en la región de París, Michel Riottot, estima que una «lluvia fuerte y rápida» saturará rápidamente la nueva infraestructura.
«En París, las alcantarillas, túneles y tanques como el de Austerlitz almacenan 1,9 millones de m3 de agua. Una pequeña lluvia de 10mm son 1 millón de m3. Con un aguacero (…) de 20 mm, desbordará por todas partes», calcula este ingeniero retirado.
Samuel Colin-Canivez, responsable de las grandes obras de la red de aguas residuales de París, reconoce que en casos de lluvias «intensas», verterán agua al Sena y no se alcanzarán los criterios para el baño.
La alcaldía considera que esto podría ocurrir unas dos veces al año. Pese a ello, «se mejorará la carga bacteriológica que aportamos al medio [natural]. Así que vamos a ganar en el número de días que podemos bañarnos», matiza.
«Es comprensible que mucha gente se muestre escéptica», abunda Guillou, todavía más cuando desde hace un siglo el baño está prohibido en el Sena. La alcaldesa de París prometió bañarse en junio, antes de los Juegos.