La Oficina del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, reprochó este jueves que las investigaciones “políticas” dirigidas a su gabinete en los últimos meses, por los escándalos de filtración de documentos de inteligencia o intentos de alterar las actas del 7 de octubre, son “un golpe de Estado”.
Netanyahu respondió así a las acusaciones del que fuera jefe del servicio interior de inteligencia israelí (Shin Bet), Yoram Cohen, quien aseguró que el primer ministro pidió que se vigilara a personas implicadas en un proyecto “sensible” de defensa.
“El primer ministro buscó proteger un secreto de Estado vital, aceptó las recomendaciones del estamento jurídico, actuó acorde a la ley y no violó los derechos de nadie”, según un comunicado de su Gabinete, que no negó las acusaciones de Cohen en ningún momento.
“La verdadera amenaza a la democracia en Israel no proviene de los funcionarios electos, sino de los funcionarios de las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley, que se niegan a aceptar la ley del votante e intentan llevar a cabo un golpe de Estado con investigaciones políticas desenfrenadas”, sentencia el texto.
Cada vez son más los escándalos y leyes polémicas que generan división en Israel por la gestión de Netanyahu, quien además tiene pendiente testificar el próximo 10 de enero en una sala fortificada y subterránea de Tel Aviv, en el juicio por corrupción que arrastra desde 2020.
Ayer, el principal portavoz militar de Israel, Daniel Hagari, criticó un proyecto de ley que permitiría a los miembros del Ejército y de los servicios de inteligencia filtrar documentos clasificados al primer ministro o al ministro de Defensa sin autorización.
“El Ejército no oculta información a la cúpula política. El Ejército trabaja en consonancia con la cúpula política para la defensa de Israel”, dijo Hagari durante una rueda de prensa, en la que calificó de “peligroso” para la seguridad del Estado el proyecto, que superó hoy su primera votación (de tres) en el Parlamento.