El 25 de noviembre no es una fecha cualquiera en el calendario internacional; es un día que resuena con fuerza en el ámbito de los derechos humanos y especialmente cuando hablamos de violencia de género.
Se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y guarda una historia de lucha, tragedia y símbolos poderosos que se remontan a la República Dominicana de los años 60.
Las hermanas Mirabal, Minerva, María Teresa y Patria, son las figuras centrales en el origen de esta fecha. Ellas se convirtieron en un emblema de resistencia contra uno de los regímenes más brutales de América Latina: la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Fueron parte integral de la ‘Agrupación 14 de junio’, un movimiento de oposición donde las hermanas ejercieron una influencia significativa, ganándose el apodo de Las Mariposas, en particular Minerva en sus actividades políticas clandestinas.
La animadversión de Trujillo hacia las hermanas Mirabal fue inusualmente personal y cruel, culminando en el asesinato de tres de ellas el 25 de noviembre de 1960. Los cuerpos de Minerva, María Teresa y Patria fueron encontrados sin vida en un vehículo al fondo de un barranco, intentando simular un accidente de tránsito. No obstante, la realidad fue otra: se trataba de un asesinato premeditado instigado por el dictador.
La valentía de las hermanas no pasó inadvertida y en 1981, durante el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá, se honró su memoria seleccionando la fecha de su asesinato para marcar la lucha contra la violencia de género. Fue en 1999 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La única hermana Mirabal que sobrevivió a la persecución, Dedé, mantuvo el legado de sus hermanas, promoviendo su historia mediante la fundación de la “Casa Museo Hermanas Mirabal” y la publicación del libro “Vivas en su jardín”.
Las cifras actuales muestran que, más allá del símbolo que representan las hermanas, la violencia contra las mujeres persiste de manera alarmante. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2021, 81.100 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionadamente en todo el mundo, y casi el 56% de ellas murieron a manos de sus parejas o familiares.
La mutilación genital femenina abarca a al menos 200 millones de mujeres y niñas afectadas en 31 países. Además, las estadísticas de la UNODC revelan que las mujeres y niñas representan una proporción significativa de las víctimas de la trata de personas, particularmente para explotación sexual.
UNICEF reporta que 15 millones de niñas adolescentes han tenido que enfrentarse a relaciones sexuales forzadas, y la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea constata que una de cada 10 mujeres en la UE ha sufrido ciberacoso. Finalmente, el informe ‘Progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Panorama de Género 2023′ indica que la brecha salarial de género sigue siendo abismal; por cada dólar ganado por los hombres, las mujeres sólo perciben 51 centavos.
El recuerdo de Las Mariposas y su lucha se convierte en un clamor que año tras año cobra vigencia. A lo largo de los distintos continentes, se escucha el eco de sus voces y miles de personas se suman para exigir un cambio. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer nos recuerda la importancia y la urgencia de seguir trabajando por un mundo donde prevalezca la igualdad y el respeto, rechazando cualquier forma de violencia contra la mujer. La historia de las hermanas Mirabal ilustra dolorosamente que el camino por recorrer todavía es largo, pero también nos demuestra que la determinación colectiva puede, efectivamente, provocar olas de cambio.