Joaquín Mujica, nació en Barquisimeto, la llamada “ciudad musical” de Venezuela, es un buen representante del gentilicio.
Con un cuatro en la mano desde los 12 ó 13 años. “Mi papá comenzó a enseñarme, luego me inscribió en clases, siento que me dejó la música como legado”, expresa.
Del cuatro pasó a la guitarra, con la cual ya lleva más de 20 años de amores ininterrumpidos, ni las mudanzas han podido separarlos, con esta, ha hecho mover al público barquisimetano, mientras formó parte de varias agrupaciones.
“Mis guitarras han viajado conmigo. En cada país que he vivido, he tocado. Este amor al arte, me ha dado satisfacciones: con Facundo, el grupo del cual formé parte los últimos años, antes de mudarme de Barquisimeto, compusimos música propia, giramos a algunas ciudades venezolanas, ya teníamos una comunidad alrededor de nuestra música, por ejemplo”, recuerda Mujica.
El arte y el método. Lo racional y lo artístico, es una mezcla que le ha permitido al también músico, desempeñarse en ambos mundos, como pez en el agua. “No estoy totalmente inclinado a la ingeniería, tampoco al arte. Mezclo ambas: emociones con métodos y, aunque en ocasiones, me pueda generar contradicción, ha sido la mezcla perfecta para crear mi vida”, comenta.
Joaquín se va de Venezuela…
Salió de Venezuela con un título de ingeniería y con experiencia en el área. También metió en sus maletas sus guitarras, “las guitarras han sido una compañía fiel y reconfortante”. La música es su alimento, cada actividad, la ha hecho con una mano en la guitarra.
Y, esta no es distinta. Las etapas de su vida, tienen una canción. Pero, “esta es improvisación. La música corre, acordes llegan y cambian y me monto en la ola. Improvisar con los conocimientos que tengo, tratar de estar en armonía para no desafinar. En esta fase, todo es nuevo: estudiar, aprender sobre este mundo que es amplio. Comprar la casa es el fin último, los pasos que hay que cumplir son rigurosos, pero fáciles. Si yo pude, otros también”.
Además de la música, ¿Qué haces?
“Comencé a asesorarme para comprar mi casa. Busqué aquí y allá, mientras más conocía de este mundo, más me gustaba, veía potencial para apoyar a la gente en hacer realidad su sueño más anhelado: adquirir su hogar”, así es como el ingeniero y músico, Joaquin Mujica, inmigrante venezolano en Estados Unidos, entra al mundo de los bienes y raíces.
Fue un camino largo para llegar a lo que hoy siente que es su lugar en el mundo. No se arrepiente de nada, porque lo que hizo suma a esta etapa de su vida. Tenía claro que quería estabilidad y bienestar, dedicarse a algo que le permitiera interactuar y ser un medio para la felicidad de los demás. “Eso me saca una sonrisa”, dice el realtor, mientras dibuja otra, por recordar su camino en esta nueva profesión.
Las ventas se asomaban…
Antes de llegar a Norteamérica, donde ha vivido durante los últimos 4 años, estuvo en Argentina y Chile.
Aunque entre sus planes no estaba irse de Venezuela, como otros, tuvo que hacerlo y ver lo positivo de otra mudanza. Dejó su trabajo como ingeniero, y se preparó para un nuevo comienzo: miles de emociones anduvieron en su cabeza, pero de nuevo aceptó el reto. Aún estaba en los treinta, mucho tenía todavía que buscar.
Argentina, fue su primera parada: dos meses de estadía, uno trabajó en la parte de ventas. Luego, partió a su destino final, por los próximos tres años: Chile, allí prestó servicios en una empresa automotriz, también en esa misma área.
El andar de la vida lo puso en el camino de otro cambio: por segunda vez a Estados Unidos. “Me gustaba la idea de volver. Ya había vivido aquí en mis veinte. Este país me enseñó a soltarme del ombligo umbilical, me enseñó a disfrutar de lo que hacía, y a seguir haciéndolo. Si nos hace sonreír, vamos bien”, cuenta, Mujica.
No se vale sólo soñar
Es el tercero de cuatro hermanos. Su mamá fue el pilar para ellos, su papá le dejó el deseo de querer hacer una familia. Ahora, Joaquín, es papá desde hace pocos meses, Sabrina es dueña de su corazón, de su legado. Hizo equipo con su compañera de vida, Laidelyn con quien ya lleva 11 años de matrimonio.
Su hija nació en Estados Unidos, lo logró. “Siempre tuve claro que así lo quería, este año pasó”.
Soñó con estar junto a sus hermanos y mamá; este año lo logró.
De alguna manera sabía que quería estar en Estados Unidos, durante una temporada… hoy, es realtor en Georgia y Florida, y está decidido a seguir desarrollándose y viviendo en ese país.
“He vivido a plenitud, más aún luego de los treinta. Me imaginaba estar a esta edad, viviendo de la renta de propiedades, así que por aquí creo que me empezó a coquetear el mundo del real estate…” ,comenta, quien es Realtor desde hace año y medio, mientras recuerda que una vez conoció a un argentino, que así lo hacía, mientras disfrutaba cada día de una playa venezolana.
A Joaquín le ha funcionado soñar sin límites, formarse y tomar acción hacia un objetivo claro, que hoy más tiene sentido: ayudar a familias a obtener un hogar, tal como él lo logró. “No es difícil, lo que necesitas es querer hacerlo, abrir tu mente y asesorarte con la persona correcta. Un hogar es el paraíso en la Tierra”.