El dominicano Bayron Matos, quien forma parte del programa ‘International Player Pathway’, aseveró este domingo que sueña con poner a su país y a Latinoamérica a la NFL.
«Llevar a mi país a la NFL es un sueño que poco a poco se hace realidad. Me motiva día a día, pero va más allá de mi país, es por toda Latinoamérica que sería un gran orgullo jugar en la NFL», aseguró Matos.
Nacido en el barrio de Los Mina, Santo Domingo, es el único jugador latinoamericano entre los 15 que componen la generación 2024 del ‘International Player Pathway’, talentos fuera de Estados Unidos, que buscarán hacerse un lugar entre los 32 equipos de la NFL.
Matos tiene 23 años, mide 2.06 metros y pesa 131 kilos. Como muchos de sus compatriotas nació con una pelota y un guante de béisbol bajo la almohada.
En su adolescencia maltrató a cuanto bateador se le ponía enfrente con una bola rápida de 95 millas por hora ante el gozo de su madre, que quería verlo triunfar como pelotero.
«Todos me veían como un jugador de pelota, pero yo no. Lo hice por mi mamá, porque a ella le gustaba y la hacía feliz y yo quería hacerla feliz. Pero no era mi objetivo ser jugador de béisbol a pesar de que era muy bueno», recordó con voz grave y poderosa.
En la pequeña casa familiar en la que Bayron vivió su niñez, su madre dormía en la litera de abajo; él lo hacía con su hermano en la de arriba, la cual tuvo que dejar porque creció demasiado y sus pies colgaban del borde.
Como sus pies desbordaron la litera, su sueño de emigrar a Estados Unidos lo desbocaba. Quería jugar al baloncesto, ver en vivo a los Tennessee Titans, vivir una Navidad al estilo estadounidense.
«Ir a Estados Unidos y tener mi propia cama fue increíble. Vivir la Navidad aquí como la veía en televisión. Me gustan los regalos bajo el árbol, el Día de Acción de Gracias. Ha sido un viaje increíble que apenas comienza», comentó.
El chico se mudó a Chattanooga, Tennessee, a los 16 años para jugar baloncesto en Hamilton Heights Christian Academy. Su talento le llevó a estudiar a Nuevo México gracias a una beca, y a ser reclutado para jugar con la Universidad del Sur de Florida (USF por sus siglas en inglés) en el 2021.
«El baloncesto me encantaba; podía usar mi físico, entrar al choque fuerte, pero me marcaban falta. Sentía que me faltaba algo, más adrenalina. Veía el fútbol americano, no lo entendía del todo, pero ese no era obstáculo, porque cuando me propongo algo lo hago. El cielo es el límite», apuntó.
Y lo cumplió. En 2022 ya estaba en el programa de fútbol americano de la USF.
«Aquí no te cantan falta. En el fútbol americano, como decimos los dominicanos ‘yo estaba en mis aguas’. Esa parte en la que puedes chocar fuerte, eso me llenó. La primera vez que jugué, que me puse el casco, las hombreras, entendí las reglas; fue increíble», añadió.
Es difícil imaginar su gigantesca figura inundada en lágrimas, pero sucedió cuando hace unos meses pasado recibió la noticia de que sería parte del programa ‘International Player Pathway 2024’ para llegar a la NFL.
«Fue una locura cuando me lo dijeron, me puse a llorar porque sé que con esta oportunidad cada vez está más cerca mi sueño», destacó.
Un sueño que sólo estará completo si logra que su madre y abuela viajen a Estados Unidos el día que debute en la liga.
«Mi mamá no entiende el fútbol americano, pero ella siempre me dijo que tenía que ser feliz y que escogiera el camino para serlo. Ella sabe que no hay obstáculos para mí. Mi mamá y mi abuela son las personas que más han influido en mí», explicó.
A pesar del ideal que vive este gigante de imborrable sonrisa, no olvida su condición de inmigrante.
«Sé lo que se siente llegar a un país extraño. Cuando emigras se hace difícil adaptarse porque sentimos que no pertenecemos. Esto lo hago para inspirar a más latinos, que vean que alguien de nosotros llegó aquí sin saber inglés, con otra cultura y ha podido llegar a jugar fútbol americano y ojalá a la NFL, ese es mi sueño», concluyó.