les proisraelíes llevan por título SECUESTRADO, y exponen casos individuales de alguno de los más de 200 israelíes raptados por Hamás; los propalestinos, mucho menos abundantes, se titulan ASESINADO, y del mismo modo presentan con nombre y apellido a las víctimas de los bombardeos sobre Gaza.
Tanto unos como otros han sido tantas veces cortados, pintarrajeados o arrancados que sus autores han emprendido una segunda campaña para ‘protegerlos’ con capas y capas de cinta adhesiva transparente.
Pero por toda la ciudad pueden verse los carteles donde espontáneos tratan de ‘corregir’ los mensajes: en los de los israelíes secuestrados, la frase estampada a mano suele decir ‘Genocidio’, o ‘Alto el fuego’; mientras que los carteles de palestinos asesinados llevan escritas frases como ‘Victoria para Israel’.
Despedido en Wall Street
Puede parecer meramente anecdótico, pero la batalla de los carteles se está cobrando víctimas, al menos laborales. Y todo por culpa de los videos virales.
La semana pasada, un hombre fue sorprendido rasgando un cartel de los secuestrados por un transeúnte que se puso a grabar con su teléfono y que, tras identificarse como judío estadounidense, le afeó su conducta, a lo que el otro respondió «Anda, vuélvete a tu país», en referencia a Israel.
Al hacerse el video viral, pronto se aireó la identidad del hombre que arrancaba los carteles: Kurush M., analista petrolero en la compañía bursátil Freepoint Commodities, que entró en la polémica anunciando su despido.
«Sabedores del reciente incidente antisemita aireado en las redes sociales, este individuo ya no trabaja para Freepoint», señaló la compañía en un comunicado.
Parecido fue el caso de una empleada de la fiscalía de un condado de Nueva York, Victoria Ruiz, también sorprendida y fotografiada arrancando carteles proisraelíes, y luego denunciada por la asociación Stop Antisemitismo, hasta lograr su dimisión, aunque su círculo de amigos ha lanzado una campaña de donaciones en su apoyo que ya ha recaudado 20.000 dólares.
Una campaña con ambiciones globales
La campaña ‘Kidnapped’ (Secuestrado) fue creada por un grupo de artistas y diseñadores que se definen como «israelíes establecidos en Nueva York» y que proclaman haber conseguido con ella «el mayor trabajo de guerrilla artística nunca visto en la Historia».
En la página web creada ‘ad hoc’, sus promotores dan instrucciones para descargar las fotos, imprimirlas y pegarlas en las paredes, «tantos como te sea posible», pero aconsejan «no provocar ni instigar conflictos con otras personas ni funcionarios».
La campaña -aseguran- ha llegado a treinta países, hasta Australia, porque quieren transmitir al mundo que «no pueden dormir hasta que estos niños, mujeres, ancianos y familias enteras (secuestradas) estén a salvo».
La contracampaña de los palestinos ha llegado con varias semanas de retraso, y además ha copiado sin el menor rubor el estilo de mensajes del adversario: foto, textos y colores están cortados prácticamente por el mismo patrón.
Una dispar presencia en las calles
Si la campaña proisraelí de carteles tomó la delantera y ha sido un éxito, no puede decirse lo mismo de las marchas y manifestaciones callejeras: los grupos judíos, tan poderosos en Nueva York en el mundo financiero o el cultural, han convocado hasta ahora dos actos, uno en Times Square y otro en un lateral de Central Park, con un éxito relativo.
Pese al enorme apoyo logístico enormes escenarios, participación de cantantes, emisión de videos en pantallas gigantes y la participación de personalidades políticas como el alcalde de Nueva York, Eric Adams, o el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schummer, la afluencia ha sido relativa, sin superar los dos millares de personas en ambos casos.
En contraposición, los grupos propalestinos han convocado hasta la fecha 120 marchas en toda la ciudad, algunas de ellas con enorme valor simbólico, como la que se desarrolló a los pies de la Estatua de la Libertad o la que consiguió cerrar durante varias horas la icónica estación de Grand Central.
Estas dos últimas, por cierto, habían sido convocadas por un grupo judío crítico con Israel llamado Jewish Voice for Peace, porque la guerra de Gaza también ha abierto fisuras entre los judíos en Estados Unidos.